En México, un país altamente machista no solo es necesario visualizar este concepto, sino además hacerlo propio y entender para nuestros parámetros personales, como integrarlo de la forma más adecuada posible.
Es buscar que los integrantes de una relación tengan un peso significativo, atención e importancia a sus necesidades, intereses, derechos, autonomía, salud física y mental, llevándolos a la mayor plenitud y bienestar que la vida misma pueda darnos y nosotros obtener.
Después de leer lo anterior probablemente vas a pensar, “¿Qué no se supone que todas las relaciones tienen que ser así?”, “¿Qué hace esta mujer rizando el rizo?”, pues si, debiera ser así y todas las relaciones tendrían que tender a ello, la realidad es que si lo sondeas con algunas personas de tu ámbito social, te darás cuenta que se da por hecho, se asume y por tanto se pasa por alto para finalmente no existir, y para probárselo te preguntaré lo siguiente:
¿Cuándo fue la última vez que le dijiste a tu pareja qué necesitas afectivamente?, ¿Qué le pediste que expresara su amor o interés de cierta forma? Sin que además esto no te generara culpa o miedo de que sonaras ridícula, como niña pequeña y por tanto no merecieras decirlo, o peor aún que cuando lo comentaras a tu pareja, ésta te dijera que eres una intensa, ridícula, o infantil, que tus amigas te dijeran que no valía la pena expresarlo porque “si él quisiera lo haría y pedirlo hace que ya no valga”
Lo que es un hecho es que las relaciones en México suelen ser sumamente desiguales, si bien el machismo tiene gran parte de la responsabilidad, también lo tiene la falta de inteligencia emocional que nos lleva a pensar que una relación es como portal mágico que hace que todo funcione por arte de magia y se dan por sentadas situaciones, escenarios y decisiones futuras que se suele creer que “Dios proveerá”, “Ya Dios dirá”, “¿para que me adelanto a eso?” la realidad es que la vida no espera a nadie y si tu no tomas el control de qué quieres incluir en tu vida, a través de una relación, y que no, la vida te arrolla y te verás en situaciones que sucedieron sin que supieras bien a bien cómo ocurrió todo.
Creo firmemente que las relaciones más equitativas suelen ser las que hablan directamente, montando tus miedos, tolerando la incomodidad, enfrentando las emociones negativas que puedan generarse este tipo de conversaciones, porque entendemos que del otro lado estará el respeto a lo que tu eres y lo que necesitas y el respeto y validación a la otra persona (u otras, como en el caso del amor libre).
Me gustaría contarte que tengo 21 años con la misma persona y ahora llama mi atención que muchas de las cosas que hemos enfrentado siempre tuvieron una conversación difícil de fondo, jamás cobramos consciencia de lo que implicaba la equidad relacional, era más bien una forma de ser de dos neurodiversos que se comunicaban descarnadamente y que llegado el momento de las situaciones complejas, de menos teníamos un parámetro para saber cuáles eran los estándares de la otra persona.
Todo esto no hizo que las cosas sean más fáciles siempre, o que no tuviéramos situaciones complicadas, o crisis, pero siempre hizo que supiéramos que del otro lado estaba una persona que en realidad demostraba que valemos el esfuerzo de tratarnos como las personas integrales que somos.
Mi recomendación para lograr la equidad relacional es simple, para saber que estamos en algo que queremos y merecemos, antes tenemos que saber a conciencia qué merecemos y qué queremos, y ese es un trabajo puramente tuyo, el cual solo se logra aprendiendo a estar sola, entenderse, escucharse, disfrutarse, conocerse.
La equidad que damos y pedimos viene de cómo nos percibimos porque si bien la violencia y las relaciones desagradables están a la orden del día, el conocernos nos lleva a querer huir de ellas y evadirlas.
Te abrazo.
Yeya Maldonado